Prudencia Ayala, la primera mujer que intentó ser presidenta en América Latina. Nació el 28 de abril de 1885 en Sonzacate, departamento de Sonsonate, en El Salvador. Provenía de una familia indígena, según sus propios manuscritos. Hija de padre indígena mexicano y su una madre indígena que alcanzó el grado de Coronel en la lucha contra el régimen de los Ezeta. Con 10 años se mudó con su madre a Santa Ana, una ciudad cafetera donde conoció el movimiento sindicalista. No pudiendo terminar el segundo grado por la pobreza de su familia, su formación la realizó de manera autodidacta y comenzó a ganarse la vida como costurera.
En 1898, a sus 12 años, empezó a tener premoniciones y comenzaron a ser publicadas en el Diario de Occidente de Santa Ana. Sus profecías acertaron con algunos acontecimientos como la caída del káiser de Alemania en 1914, lo que le valió el sobrenombre de la ‘Sibila Santaneca’.
A partir del éxito de sus publicaciones, el director del periódico de Santa Ana, Don Rosendo Díaz, le dio un espacio en las editoriales del diario. Permitiéndole publicar, en diferentes periódicos de Guatemala y El Salvador, sus ideas feministas y su pensamiento unionista centroamericano, la igualdad entre hombres y mujeres, así como sus poesías.
Prudencia Ayala, quien se convirtió en madre soltera de dos hijos, se manifestó partidaria del antiimperialismo, el feminismo y el unionismo centroamericano. Además, expresó su rechazo a las dictaduras y se pronunció en contra de la invasión norteamericana de Nicaragua.
En 1919 fue encarcelada por criticar en una de sus columnas al alcalde de Atiquizaya y luego, en Guatemala fue encarcelada varios meses por acusaciones de colaborar con la planificación de un golpe de Estado.
En 1921 publicó el libro «Escible. Aventuras de un viaje a Guatemala» donde narraba su viaje a ese país en los últimos meses del gobierno dictatorial de Manuel Estrada Cabrera. Además, publicó los libros «Inmortal, amores de loca» (1925) y «Payaso literario en Combate» (1928). A finales de la década de los años 1920, fundó y dirigió el periódico Redención femenina, donde expresó su postura en defensa de los derechos ciudadanos de las mujeres. También, publicó poemas en varios periódicos del país.
En 1930, revolucionó la política latinoamericana al postularse, siendo una madre soltera, indígena y con poca educación formal, a la presidencia de El Salvador. País en el que las mujeres no podían votar. Su motivación: cambiar la situación de los campesinos de su país y sobre todo, luchar por los derechos de las mujeres campesinas. Lo hizo “orgullosa de ser una humilde india salvadoreña”, como dijo al lanzar su candidatura.
La candidatura de Ayala fue repudiada por muchos. Los diarios de la época la caricaturizaron y tacharon de loca, analfabeta y “bochinchera”. Tuvo aliados, como los estudiantes que la ovacionaban o el fundador del diario La Patria, Alberto Masferrer, con quien compartía ideas feministas y antimperialistas y quien definió su causa como “noble y justa”. Dijo que su plan de Gobierno, el cual tenía 13 puntos, no era inferior “al de los otros candidatos que se toman en serio”. En él, promovía la educación pública, el apoyo a la clase obrera, el derecho al voto de las mujeres, la no discriminación a los hijos ilegítimos o suprimir “lo más posible” el aguardiente.
Su candidatura no prosperó porque la Corte Suprema determinó que las mujeres no tenían derecho a optar a cargos públicos. Prudencia Ayala falleció en julio de 1936 y permaneció en el olvido por más de medio siglo hasta que una casualidad cambió su destino. Uno de sus hijos, en 1996, vio una foto suya en una exposición del MUPI (“Museo de la Palabra y la Imagen”, museo que resguarda parte de la memoria histórica de El Salvador) y le dijo al director del museo que su familia tenía un baúl con los escritos y objetos de su madre. Fue así como se conoció la historia, escritos y objetos personales de Prudencia Ayala que sirvieron al museo para reconstruir su legado.
Prudencia Ayala pasó de ser la “loca” que se postuló a la presidencia a una mujer valiente que, con rebeldía y determinación. Una mujer que luchó por lo que creía justo, generó un debate y con su valentía, sentó un precedente en la lucha de las mujeres salvadoreñas, abriendo camino a la participación política de las salvadoreñas.
Mucho tiempo después de su muerte, en 1950, se establecieron los derechos femeninos en El Salvador. Guardar la memoria de aquella salvadoreña que escandalizó a la sociedad de su tiempo con la propuesta de ser Presidenta de El Salvador, es un acto ineludible de justicia histórica.
Actualmente, Prudencia Ayala se ha convertido en un claro ejemplo para las mujeres salvadoreñas, y por esta razón, diferentes asociaciones de mujeres, entre ellas, las Mélidas, las Dignas, CEMUJER, AMS, entre otras, crearon la Concertación Feminista “Prudencia Ayala”, un grupo compuesto por más de 20 organizaciones feministas y de mujeres, así como por al menos 70 feministas independientes.
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