Es sabido que la población hispana ocupa el segundo lugar en la lista de las tasas más altas de obesidad en el mundo: más del 60% de los hispanos tienen sobrepeso o son obesos. Ambas condiciones ocurren cuando existe una acumulación anormal o excesiva de grasa corporal, especialmente en el tejido adiposo y por obvias razones, esto se presentan con el aumento del peso corporal. Dichas condiciones pueden ser detectadas médicamente a través del Índice de Masa corporal (IM), con sencillos parámetros fácilmente medibles: cuando es superior a 25 se considera sobrepeso y cuando el indicador marca más de 30, es obesidad.
Aunque esta no es información nueva, los datos no dejan de sorprender y de alarmar. Si bien actualmente se están tomando cada vez más medidas para combatir la obesidad, sobre todo en los niños y adolescentes, existen muchos factores con los que aún hay que luchar. Es importante considerar que, tanto la obesidad como el sobrepeso, son los principales factores de riesgo para desarrollar presión arterial alta, colesterol alto, diabetes, enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, enfermedades de la vesícula biliar, artritis, trastornos del sueño y de salud emocional, problemas respiratorios y ciertos tipos de cánceres. La situación se agrava para los latinos, quienes son una población vulnerable en el acceso a servicios de salud de calidad.
Un estilo de vida saludable es la mejor recomendación para prevenir y tratar la obesidad. Esto incluye una dieta adecuada, buenos hábitos alimenticios, incorporar el ejercicio o actividad física en la rutina diaria y contar con horarios de descanso definidos. En este sentido, reducir el consumo de alimentos ultra procesados, refrescos artificiales y comidas rápidas puede ser el inicio de un mejor estilo de vida.En el caso de los latinos, estos llegan a ser cambios radicales debido a sus rasgos culturales y tradiciones familiares.
El cambio en la alimentación en los latinos migrantes en Estados Unidos se vuelve el principal factor que promueve la obesidad y sobrepeso al cambiar también sus rutinas y sobre todo, el acceso que tienen a comida de calidad. Un ritmo de vida acelerado condiciona a las familias latinas a optar por consumir más comida rápida, siendo también lo que está al alcance de su bolsillo.
Por otro lado, se sabe que el sedentarismo y una rutina que no incluya algún tipo de actividad física es condicionante para desarrollar sobrepeso y obesidad. Por lo que se recomienda incluir al menos 15 minutos de ejercicio a la semana y mantenerse activo de diferentes formas durante el día. Una de las actividades más recomendadas es hacer caminatas diarias. Estas actividades minimizan las costumbres que promueven la inactividad, pueden realizarse en familia y motivan el apropiamiento de los espacios abiertos para los ciudadanos y las comunidades.
Dormir bien y tener horarios fijos de sueño tienen un papel importante en el desarrollo de sobrepeso u obesidad. Esto se explica científicamente, ya que al tener un mal sueño o dormir poco, se reducen los niveles de producción de melatonina, un neurotransmisor que se encarga de regular el ciclo de sueño y vigilia. En consecuencia, aumentan la producción de adrenalina y dopamina que son las responsables del aumento del apetito en las personas.
En definitiva, una mejora de los hábitos alimenticios individuales,familiares y colectivos favorecen un estilo de vida más saludable, disminuyendo el riesgo de padecer sobrepeso u obesidad. Es fundamental que además motivemos a las autoridades a crear estrategias de salud más accesibles para las comunidades de latinos en Estados Unidos, enfocadas en la alimentación integral y saludable al alcance de todos.
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