El asma afecta a casi 25 millones de personas en los Estados Unidos, y entre el 5% y el 10% de estas padecen asma severa. De los diagnosticados con asma severa, el 50% de personas no la tienen controlada. Debido a estas estadísticas es importante reconocer los síntomas del asma para poder ayudar a quienes lo necesitan y buscar el tratamiento necesario.
El asma es una enfermedad crónica que puede provocar dificultades ocasionadas por el estrechamiento e inflamación de las vías respiratorias. El asma también causa la producción de mucosidad en las vías respiratorias, sibilancia, dificultad para respirar y tos. El asma puede ser muy leve y no necesitar tratamiento médico. Pero también puede ser grave y fatal.
El asma se clasifica en cuatro tipos desde moderada a severa y se determinan mediante la frecuencia y gravedad de los síntomas. Los médicos toman en cuenta los resultados de exámenes físicos y pruebas de diagnóstico para determinar el tipo de asma que se padece. Estos tipos incluyen:
- Asma leve intermitente
- Asma leve persistente
- Asma moderada persistente
- Asma severa persistente
Determinar la gravedad del asma ayuda a que el médico elija el mejor tratamiento. Si bien es cierto, la persona que tiene asma la padecerá toda su vida, la gravedad de la misma puede controlarse y se modifica con el paso del tiempo, monitoreando el tratamiento y siguiendo las indicaciones médicas.
En el caso del asma severa se requiere corticosteroides inhalados en dosis altas más otro medicamento controlador del asma, y puede requerir la adición de corticosteroides orales. Estos están presentes en los inhaladores recetados a los pacientes con asma y en tabletas e inyecciones para el tratamiento del asma y reacciones alérgicas.
El asma no controlada ocurre cuando los síntomas del asma persisten a pesar de seguir un plan de tratamiento para el asma y reducir la exposición a los desencadenantes.
Para saber cómo tratarla es necesario reconocer los desencadenantes o causantes de un ataque de asma. Estos desencadenantes normalmente son condicionados por el entorno del paciente. Entre ellos están el humo del tabaco, ácaros de polvo, contaminación atmosférica, alérgenos de cucarachas, pelos de mascotas, moho, humo o pasto.
Las siguientes condiciones también son posibles desencadenantes de reacciones asmáticas:
- Infecciones asociadas a la gripe
- Virus respiratorio sincitial (VRS)
- Sinusitis, alergias y ciertas sustancias químicas
- Acidez estomacal
- Actividad física
- Ciertos medicamentos
- Mal clima, incluyendo alta humedad o aire frío y seco
- Ciertos alimentos, aditivos y fragancias
- Estados de ansiedad o pánico, si provoca hiperventilación
Recuerda que estos desencadenantes no son universales y están relacionados con el grado de gravedad de tu tipo de asma. Con cualquier tipo de asma, es importante informarse junto al médico de confianza sobre el tratamiento y cómo manejar los síntomas, siguiendo el plan de tratamiento adecuado para el paciente y realizar chequeos regulares. Además, será necesario crear un plan de acción contra los ataques de asma. En él, se describen los pasos a seguir en caso de un ataque de asma y es recomendable compartirlo con una persona de confianza que pueda actuar junto al paciente en caso de un ataque de asma.
Para saber si el tratamiento está funcionando, se pueden verificar los siguientes indicadores: si usas tu inhalador de rescate menos de 2 veces por semana, si puedes realizar tus actividades normales, incluidos ejercicios. Otra señal importante son las visitas menos frecuentes a la sala de emergencias y finalmente, si se sufren de pocos efectos secundarios o de ningún efecto secundario.
Referencias:
https://www.cdc.gov/asthma/es/faqs.htm
https://www.mayoclinic.org/es/diseases-conditions/asthma/diagnosis-treatment/drc-20369660
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