Los virus como el SARS-CoV-2, el virus que produce la enfermedad por COVID-19, evolucionan constantemente a medida que se producen cambios en su código genético, es decir, en la composición genética de los que están hechos. Los científicos no se equivocaron al prever que desde el primer brote de SARS-CoV-2, durante esta pandemia se han documentado múltiples variantes nuevas en los Estados Unidos y a nivel mundial. Algunas variaciones permiten que el virus se propague con mayor facilidad o se vuelva resistente a los tratamientos o vacunas. A medida que el virus se propaga, puede cambiar y podría ser más difícil detenerlo. En los Estados Unidos se monitorean de manera rutinaria a través de investigaciones epidemiológicas, vigilancia de la secuencia genética de los virus y estudios de laboratorio.
Más importante que la cantidad de variantes que existan, un aumento de casos puede impactar en mayor medida a los servicios de salud, incluso si la enfermedad que causa la variante es menos grave. Lo anterior se debe a que el aumento en los casos incrementa las hospitalizaciones, genera una mayor demanda de los recursos y puede provocar más muertes.
Monitoreo de variantes
A medida que el virus se propaga, tiene nuevas oportunidades de cambiar, y de convertirse en un virus más difícil de detener. Estos cambios se pueden monitorear al comparar las diferencias en las características físicas (como la resistencia al tratamiento) o los cambios en el código genético (mutaciones) entre una variante y otra. Los científicos utilizan la “vigilancia genómica” y es el método que utilizan los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) para hacer un seguimiento de las variantes del COVID-19, a fin de identificar con mayor rapidez estos resultados y actuar en consecuencia para proteger la salud pública.
Al estudiar cada variante y entender estas diferencias, los científicos pueden monitorear y con frecuencia predecir si una variante es más peligrosa que las demás. Los científicos además pueden usar esta información para el seguimiento de la propagación de la variante.
Los científicos monitorean todas las variantes, pero pueden clasificar algunas de ellas como:
- Variantes bajo monitoreo: sin riesgo para la salud pública; los niveles de circulación en los Estados Unidos son muy bajos.
- Variantes de interés: posible impacto en la propagación, gravedad, pruebas de detección, tratamiento y vacunaciones; evidencia que demuestra que es la causa de una mayor proporción de casos o conglomerados de brotes particulares.
- Variantes de preocupación: evidencia del impacto en la propagación, gravedad, pruebas de detección, tratamiento y vacunación. Un variante de preocupación actual de COVID-19 es Ómicron.
- Variantes de gran consecuencia: clara evidencia de un impacto significativo en la propagación y gravedad y reducción de la eficacia de las pruebas de detección, tratamientos y vacunación.
Es importante conocer las diferentes variantes del virus al cual nos enfrentamos y más importante, conocer las diferentes medidas que podemos tomar para contribuir a la desaceleración de la propagación del COVID-19, entre ellas:
- Vacúnate y mantente al día con sus vacunas contra el COVID-19.
- Usa una mascarilla para protegerte y proteger a otras personas.
- Evita las multitudes y los espacios interiores con mala ventilación.
- Hazte una prueba de detección para evitar propagar la enfermedad a otras personas, si presenta síntomas de gripe o resfriado para descartar contagio de COVID-19.
- Mantente a 6 pies de distancia de las personas que no viven contigo.
- Lávate las manos frecuentemente con agua y jabón. Usa desinfectante de manos si no dispones de agua y jabón.
¡Haz tu parte para detener la propagación de las variantes!
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