No es una novedad que, a largo plazo, nuestros hábitos tienen una gran repercusión en nuestra salud. Dichos hábitos los formamos desde nuestros entornos cotidianos: social, familiar, físico y laboral. En esta oportunidad, nuestra invitación es a ser conscientes de cómo nos desenvolvemos en cada uno de estos entornos para asegurar un envejecimiento sano y por consecuencia, retrasar la dependencia de los cuidados.
Un entorno propicio, tanto físico como político, social, económico, familiar y cultural, facilitan que las personas puedan llevar a cabo actividades importantes para ellas, a pesar de la pérdida de algunas facultades. Además, favorece la toma de decisiones, aumenta los incentivos de permanecer activo y de participar de su entorno.
Si hablamos de un entorno propicio, mejores espacios y hábitos saludables, también hablamos de la Calidad de vida, y esta se conforma por una serie de aspectos que se definen como objetivos, subjetivos y sociales, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Los aspectos objetivos son aquellos relacionados a las condiciones materiales de la persona adulta mayor, como el nivel de ingresos, vivienda, alimentación, vestimenta, seguridad social, educación. Estos elementos son parte de los derechos humanos, ya que son indispensables para la satisfacción de las necesidades básicas de cada persona.
Por otra parte, se encuentran los aspectos subjetivos, los cuales se relacionan con elementos psíquicos de la persona como: el autoestima, el autoconcepto, la intimidad, la expresión emocional y la salud percibida. Estos elementos son subjetivos pues se construyen a partir de la apreciación y valoración que realiza la persona sobre sí misma, su sentido de vida y su lugar en el mundo.
También existen los aspectos sociales, estos se integran por las políticas públicas, programas sociales, servicios institucionales, pensiones no contributivas, así como cualquier otro servicio procurado por el Gobierno a través de sus instituciones para satisfacer de manera integral las diversas necesidades de las personas adultas mayores.
En su conjunto, estos tres aspectos conforman la calidad de vida de las personas y se relacionan directamente con sus entornos. De esta forma condicionan directamente gozar de un envejecimiento sano y digno.
Diversos estudios realizados alrededor del mundo en los que las personas adultas mayores expresan que el tener relaciones sociales, amistades; realizar actividades y participar en la comunidad; ser independiente, gozar de buena salud física, mental y emocional, tener una actitud positiva ante la vida; contar con servicios sociales y buenos ingresos económicos determinan de forma positiva su calidad de vida. Estos aspectos suelen ser un compromiso de parte de cada individuo por proveérselos a sí mismo.
Es importante mencionar que la calidad de vida es una experiencia individual, heterogénea y subjetiva. Esto quiere decir que cada persona la vive de forma diferente y puede manifestarse de formas diferentes. Asimismo, pueden variar los aspectos que se consideren como esenciales para gozar de calidad de vida. Sin embargo, entre todos los aspectos que conforman la calidad de vida, existen algunos que pueden considerarse indiscutibles.
Entre estos aspectos indiscutibles, podemos referirnos al compromiso gubernamental de crear las políticas necesarias para asegurar espacios seguros y propicios para los adultos mayores. Además, asegurar un retiro digno para que puedan contar con seguridad económica que les asegure una mejor calidad de vida. De igual forma, contar con servicios integrales con perspectiva de derechos, género y calidad de vida. Finalmente es responsabilidad gubernamental garantizar el pleno ejercicio de los derechos humanos, a lo largo de todo el curso de vida, para facilitar esta transición en el envejecimiento.
Es una tarea de cada persona analizar los aspectos objetivos, subjetivos y sociales que constituyen la calidad de vida, para así identificar si alguno de los elementos se encuentran debilitados y generar estrategias para fortalecerlos y permitirnos poseer una vida individual, social, y económicamente productiva hasta la vejez.
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