La Dra. Sarah Elizabeth Stewart fue una investigadora mexicano-estadounidense que fue pionera en el campo de la investigación en oncología viral. Nació el 16 de agosto de 1905 en Tecalitlán, Jalisco, México. Su madre era mexicana y su padre ingeniero estadounidense. Tuvieron que mudarse de regreso a los Estados Unidos a la edad de 5 años debido a la Revolución Mexicana, ya que el gobierno mexicano les ordenó que abandonaran el país. A pesar de esto, ella continuaría hablando español con fluidez durante toda su vida.
Hizo su trabajo universitario en la Universidad Estatal de Nuevo México y se graduó con una Licenciatura en Ciencias en 1927. Luego obtuvo una maestría en la Universidad de Massachusetts Amherst en 1930. En 1935, comenzó a trabajar en los Institutos Nacionales de Salud (NIH), completando un doctorado en microbiología de la Universidad de Chicago en 1939. Durante su tiempo allí, participó en el desarrollo de una vacuna para la gangrena, que ayudó a muchos soldados durante la Segunda Guerra Mundial .
En 1944, los ejecutivos de los NIH rechazaron la propuesta de Stewart de estudiar el vínculo entre los tumores animales y los virus. Posteriormente renunció al NIH y llegó a la Universidad de Georgetown como miembro de la facultad, enseñando microbiología en la Facultad de Medicina. La animaron a completar su doctorado y, en 1949, se convirtió en la primera mujer en obtener un Doctorado en Medicina de la Facultad de Medicina de la Universidad de Georgetown.
Fue la primera en demostrar con éxito, mediante los postulados de Koch, que los virus que causan cáncer pueden propagarse de un animal a otro. Ella y Bernice Eddy co-descubrieron el primer virus del polioma. Fue hasta 1958 que Stewart y Eddy lograron desarrollar el virus que ahora lleva sus nombres, el poliomavirus SE (Stewart-Eddy). Este experimento y sus resultados, entre otros experimentos similares, llevaron a muchos investigadores a interesarse en el campo de la oncología viral.
Como resultado de su trabajo, Stewart y Eddy fueron nominados dos veces al Premio Nobel. En 1965, el presidente Lyndon B. Johnson le otorgó a Stewart el Premio Federal de la Mujer por sus contribuciones al campo de la investigación del cáncer. En 1971, la Dra. Stewart regresó a Georgetown como profesor titular para enseñar en el Departamento de Patología. Poco después, se retiró a New Smyrna Beach, Florida, donde, el 27 de noviembre de 1976, murió a causa de cáncer de pulmón.
Seguir sus objetivos resultó ser difícil para ella debido a varias razones. En primer lugar, en 1944, a las mujeres todavía no se les permitía inscribirse como estudiantes titulares en la mayoría de las facultades de medicina estadounidenses, generalmente se las empujaba a estar en el departamento de ginecología y con Sarah no fue la excepción. Sin embargo, Stewart encontró una solución: aceptó un puesto en la Facultad de Medicina de la Universidad de Georgetown como instructora de bacteriología, lo que le permitió tomar cursos de medicina de forma gratuita. En 1947, la facultad de medicina comenzó a aceptar mujeres y ella se matriculó formalmente. En 1949, a la edad de 43 años, Stewart se convirtió en la primera mujer en obtener un título de médico en Georgetown.
Además, su meta era demostrar que existía una conexión entre los cánceres y los virus. En ese entonces, se pensaba que los dos campos de la investigación del cáncer y los virus estaban completamente separados. Por otro lado, en ese momento se pensaba que los virólogos no estaban lo suficientemente calificados para participar en la investigación del cáncer y los microbiólogos estaban sobrecalificados para hacerlo. A pesar de estos obstáculos, siguió con su investigación y logró valiosos descubrimientos en estos campos. Incluso ayudó a identificar otros virus en su vida, como el herpes, el de Burkitt y los que se conocen como virus de tipo C.
El trabajo de Stewart y Eddy sirvió para el desarrollo de la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH por sus siglas en español). Esta vacuna nunca habría existido sin las investigaciones de estas dos científicas. El trabajo de ambas abrió vías de investigación completamente nuevas, no solo que los virus pueden causar cáncer, sino todo lo que tiene que ver con el cáncer, incluida también la búsqueda de virus oncogénicos en humanos. Durante el resto de su carrera, Stewart dedicaría su tiempo a descubrir los virus que contribuyen a los cánceres humanos. En su último artículo, publicado en 1972, informó sobre posibles rastros de un virus en un sarcoma humano.
Cuando Stewart ingresó al campo, la investigación de virus no estaba en el radar del Instituto Nacional del Cáncer. En 1960, el NCI gastaba 3,9 millones de dólares al año investigando las conexiones encontradas por Stewart, según el Wall Street Journal. Hoy en día, los NIH cuentan con un presupuesto de 185 millones de dólares para la prevención del cáncer, que incluye la investigación de virus y cáncer. Aunque Stewart no vivió para ver la vacuna Gardasil (vacuna contra el VPH) y otros triunfos que generó su trabajo, sí vivió lo suficiente para ver su campo pasar de los márgenes de la ciencia al interés público.
Referencias:
https://www.cancer.gov/research/annual-plan/2023-annual-plan-budget-proposal.pdf
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